En esta ocasión, nos centraremos en el mercado habitacional, no el del futuro, sino del presente. Mucho se habla y especula acerca de los ‘millennials‘ y de su gusto por lo trascendente y significativo por encima de la propiedad de las cosas, que sólo es un medio temporal en el camino a esa trascendencia. Esto significa que el mercado de la venta de vivienda se encontrará muy pronto con cambios significativos y profundos, desde su concepción y diseño hasta su comercialización.
Como hablamos anteriormente, más de la mitad del desarrollo inmobiliario para el 2025 se llevará a cabo en mercados emergentes y en zonas urbanas; México no es la excepción, y en cierto modo, sigue liderando las tendencias en América Latina.
En el futuro próximo de nuestro país, la vivienda en renta cobrará mayor relevancia en el desarrollo inmobiliario de este sector; la llegada de Airbnb, como una alternativa al hospedaje temporal, comenzará a dar paso a otras figuras de habitación compartida o Co-Living que, a diferencia del actual formato de roomies –con quienes se comparten gastos y se consensa un compromiso-, la co-habitación será entre desconocidos que tan solo comparten una filosofía de vida. El Co-Living no implica obligación alguna con los habitantes, quienes se incorporan de manera voluntaria, sin que su salida implique un descontrol para el resto de los habitantes. Además, el Co-Living está concebido sobra la base de la comunidad y los servicios, por encima de los espacios físicos.
Los espacios compartidos de vivienda están cada vez más en auge en las grandes ciudades, en la medida en que la gente joven busca lugares más sociables y con estilo de vida, de acuerdo con algunos desarrolladores especializados, quienes han diseñado y construido algunas ubicaciones urbanas alrededor del mundo; por ejemplo: Bali por Roam, LT Josai en Nagoya, Londres por The Collective, WeLive en Nueva York y otros en Seúl y Barcelona.
Como podemos ver, el caso de WeLive en Nueva York, es una evolución consecuente de WeWork, que ha empezado a completar su oferta de trabajo con la de vivienda, estos espacios se desarrollan en lugares donde sería imposible para el comprador, adquirir un lugar propio dado el alto costo de la vivienda en los centros urbanos de las grandes ciudades como Nueva York.
Soho House, un club privado inglés fundado en 1995 con 18 ubicaciones, está considerando expandirse a un esquema de Co-Living, según ha dicho su fundador Nick Jones, y para esto busca al “starchitect” Tadao Ando. En palabras de Jones: “para la gente que sale de las universidades, gente que crea sus startups, la vivienda puede ser increíblemente cara en Londres, por lo tanto, si podemos encontrar lugares en áreas no tan caras pero con cierto estilo de vida, entonces hace sentido perseguir esa idea”.
Otro grupo, The Collective, ofrece calidad, comunidad y conveniencia en el edificio más grande de Co-Living en el mundo. Ayudan a sus inquilinos a enfocarse en lo que aman y los sumergen en una comunidad de gente que comparte sus intereses, que está en el mismo camino. Este edificio fue un bloque de oficinas y abrió sus puertas con el nuevo formato en mayo de 2016; aquí proveen hasta de papel de baño, evitándole al inquilino preocupaciones inútiles que lo distraigan de su tarea principal: vivir y enfocarse en lo importante, según comenta James Scott, jefe de operaciones.
The Collective ya está en plena expansión, además de Live Oak en Londres tiene ya otras ubicaciones en lugares premium como King Cross y Notting Hill, y está trabajando en otras dos que se abrirán muy pronto. Scott dice que este movimiento refleja cómo la gente joven, quienes aceptan que son incapaces de “poner un pie en la escalera de la propiedad”, ahora valoran más la experiencia por encima de las posesiones. Uber, Carrot, servicios de renta de bicicletas, contratos de celulares, Netflix, Kindle, Spotify, etc., son ejemplos de como esta generación de jóvenes valoran la “experiencia” por encima de la posesión. “Yo no tengo ninguna posesión, todo en mí es acerca de la experiencia y es hora de que los espacios de trabajo y habitación lo entiendan”, dice Scott. “Éste es definitivamente un futuro basado en el co-movimiento”.
La tendencia se originó en los Estados Unidos, donde startups como Pure House y Common se sumergieron en el mercado de los jóvenes por debajo de los 35 años, que buscando socialización y conveniencia con tarifa fija, encontraban fallas en la calidad de la oferta.
Combinando los espacios compartidos de habitación con servicios de hotel, estos grupos desarrollaron esta otra versión mejorada del mercado estilo-estudiante, para inquilinos jóvenes-adultos que, de acuerdo con la interiorista Naomi Cleaver, se convertirá en el siguiente gran mercado habitacional.
El propósito del Co-Living es crear un ambiente de hogar que inspire a los residentes para ser activos creadores y participantes del mundo que los rodea. Estos ambientes cultivan la colaboración entre sus residentes y la comunidad. Las casas y departamentos bajo este formato, promueven estilos de vida sustentables, pues comparten y usan eficientemente los recursos y el espacio. Este movimiento tiene una base psicológica fundamental: la epidemia de la soledad. De acuerdo con la revista Wired, cerca del 60% de los jóvenes entre 18 y 34 años de edad han sentido soledad con frecuencia o en ocasiones. Este sentimiento es propiciado en parte, por una sociedad que demanda aceptación como un requisito indispensable de pertenencia; el número de likes obtenidos en redes sociales, por ejemplo, los incluye o excluye generando ansiedad por aceptación y satisfacción instantánea.
Estas comunidades han entendido esas necesidades y comienzan a responder con propuestas a través de las cuales plantean a los jóvenes la visión de un mundo sin extraños, una sola humanidad que comparte el mundo en comunión; una sociedad que respeta y acepta las diferencias entre unos y otros, que celebra la experiencia de la vida como punto principal de conexión, y donde las diferencias son oportunidades de entendimiento y crecimiento, para comprender que la comunidad es la raíz que nos conecta con el planeta y que la sustentabilidad y la armonía son inherentes al ser humano; en fin, una comunidad que ha perdido el afán por la posesión.
Actualmente se están comenzando a crear redes completas de Co-Living, por ejemplo coliving.org hace un llamado a unirse a esta red global donde puede encontrarse una oferta muy variada de espacios con temáticas específicas. Por lo pronto en México, se encuentran El Diablo y La Sandía en Oaxaca, con dos ubicaciones donde uno puede alojarse temporalmente, algo más parecido a un hotel para vivir la experiencia de una comunidad mexicana regional auténtica. Un lugar operado y mantenido por sus dueños.
Otra comunidad en Suecia, Tech Farm, por ejemplo, tiene un enfoque de granja tecnológica diseñada para apoyar una vida consciente y con propósito. Actualmente con siete ubicaciones en Suecia solamente.
La realidad en nuestro país es un poco más compleja, dado que el mercado actual de rentas es sumamente ineficiente y su baja calidad genera muchas molestias. La falta de un marco jurídico adecuado a estas necesidades del mercado lo hace sumamente complejo, por lo que en México no ha explotado como en otras partes, pero el apetito por este nuevo esquema de vivienda basado en el servicio es cada vez más creciente entre los jóvenes; ya no se trata del producto, ni de las amenidades. El paradigma está cambiando, ha cambiado.
Dejo esta liga a un video de una comunidad global: Purehouse Lab que habla del tema a través de un Crowdfounding: https://vimeo.com/207434392